El día después. Reiniciando el planeta Tierra.
Los avances en las ciencias obtenidos por millones de hombres y mujeres a lo largo de la Historia de la Humanidad, más los producidos por los cerca de dos millones de científicos hispanos y exiliados de medio mundo que ahora trabajan juntos dentro del Arca en que se transformó la península ibérica a lo largo de las últimas décadas de este infausto siglo, van a redundar en el objetivo de recuperar nuestra casa en el espacio infinito que nos alberga. Pasarán varios decenios pero con el esfuerzo de todos y cada uno de los quinientos millones de habitantes con los que cuenta ahora mismo la piel de toro, y que son los únicos supervivientes del holocausto producto de la estupidez supina y la barbarie de los humanos, se podrá devolver a la Tierra parte de la vida que antes de que se desatara la última locura de los hombres que moraba entre nosotros.
Pero las cosas nunca deberán volver a ser lo que han sido. No podemos volver a consentir que los hombres dispongan de armas que amenacen la vida planetaria. El cómo lo vayamos a hacer es un tema peliagudo, pero si los que hemos sobrevivido a la destrucción sin parangón de nuestro entorno, de nuestros iguales y de las especies animales y naturales que quedaron expuestas a la sinpiedad de los androides y la destrucción de las bombas nucleares, podemos reiniciar la vida en el planeta azul y devolver la calidez al aire del mediodía, la frescura a los atardeceres y el sano frío a las noches invernales; conseguir que los ríos vuelvan a ser poblados por los peces, los aires por las aves, y en las llanuras corran los antílopes y ruja el león, entonces de seguro que algo podremos idear para que nunca más un hombre vuelva a matar a su semejante, a explotar a su vecino o a esclavizar a sus iguales. Y que nunca jamás un ejército se levante contra otro y con sus armas de aniquilación pongan en jaque la casa de todos los seres que pueblan esta maravillosa nave espacial llamada Gaia.
Fin.
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