Los días previos.

 



El uno de enero del año 2056 no va a ser un día para celebraciones ni tan siquiera para querer recordar en la Historia de la Humanidad. Ese día en una vetusta pero amplia casa, en la ciudad de Chicago, a orillas del lago Míchigan se reunen los jefes de una veintena de grupos armados de terrorista según el Gobierno USA y de patriotas según los allí reunidos. La carnicería que se comete allí por las unidades de androides aniquiladores será conocida en todo el país casi de inmediato y referida como la masacre de año nuevo. Las represalias de todos los grupos de terroristas o de patriotas no se hacen esperar y el país otrora el más poderoso del mundo se sume en una guerra sin cuartel. Ante un ataque de los rebeldes se sucede una represalia del gobierno, que a su vez es contestada con un atentado, y así día tras día, semana tras semana, mes tras mes. Hasta que el POTUS Trump golpeando estrepitosamente sobre su mesa en la sala subterránea encima de las ruínas del antiguo despacho oval, ordena se desencadene la represalia final, pide sean borrado del mapa cincuenta y nueve ciudades en las que de una u otra forma gobiernan los rebeldes.


Cuando las comunicaciones de la inteligencia y el ejército estadounidense son interceptadas por los espías españoles, es alertado de inmediato el Gobierno y se activa la célula de crisis nuclear. Las decisiones que se adoptan ya están enumeradas en el protocolo de defensa activa. La primera es la activación de la cúpula de plasma, que recibe su nombre de la apariencia que adquiere, aunque su invención se atribuye a un equipo multidisciplinar de investigadores, se dice que es una aportación de inteligencias extraterrestres. En cualquier caso la máquina que acciona la cúpula de plasma se halla en un satélite secreto, indetectable e invisible en situación geoestacionaria sobre la península ibérica. La cúpula cubre toda la península y las aguas cercanas mide 1200 kilómetros de diámetro alcanzando las costas del norte de África, el sur de Francia y las islas Baleares, y su altura llega a la estratósfera.


Una vez activada la cúpula que desviará cualquier misil descontrolado que la intente atravesar, se inicia el ataque vírico sobre las unidades de combate que amenazan a las poblaciones civiles. Cuando el caos militar se apodera de los ejércitos del gobierno USA, el POTUS ordena un ataque general contra cualquier posible enemigo, lo que incluye a Rusia, China, La Unión de Repúblicas Árabes y a los Estados Unidos de Sudamérica. Y aunque España es mencionada, la contra inteligencia española desactiva las órdenes. Cuando los países enemigos son atacados por los misiles intercontinentales, contraatacan con una ofensiva del mismo calibre. La Gran Dispersadora, la computadora de la Defensa Activa, inicia el ataque masivo de infestación, control y desvío de los misiles balísticos con carga nuclear que una vez han salido de la atmósfera son redireccionados hacia el espacio exterior, iniciando un viraje inesperado sin consecuencias para el planeta, las letales armas serán destruídas a suficiente distancia de cualquier sitio.


Pero a pesar de los esfuerzos, la enormidad de las acciones militares desencadenadas provoca numerosas explosiones nucleares en el planeta, lo que iniciará la tragedia humana y de las especies animales y naturales que no han podido entrar en el Arca. Con la calma tras la tormenta explosiva y radiactiva, comienza el invierno nuclear. Las capas altas de la atmósfera se ven cubiertas por una nube de polvo con alto contenido radiactivo que caerá sin pausa sobre la Tierra durante al menos dos años, destruyendo todo lo que sobreviva a la oscuridad que ya tiñe el planeta en una noche en la que ya no hay amanecer. La península queda a salvo ya que la cúpula de plasma impide la entrada de las partículas radiactivas que son destruídas al contacto con las paredes plasmáticas.

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